¿Cómo saber qué tipos de crédito solicitar?

El crédito es una herramienta financiera esencial que, bien utilizada, puede facilitar la consecución de diversos objetivos, tanto personales como profesionales. Puede ser empleado para generar más ingresos, financiar una nueva idea de negocio, comprar un automóvil, renovar el hogar o incluso para hacer inversiones más grandes. Sin embargo, es vital usar el crédito de manera responsable para que se convierta en un aliado y no en una carga financiera que derive en el sobreendeudamiento.

Este artículo tiene como objetivo explicar las claves para determinar qué tipo de crédito solicitar según las necesidades individuales o empresariales, evaluando las distintas opciones disponibles en el mercado financiero.

¿Qué es un crédito y cómo solicitarlo?

Un crédito es una operación financiera mediante la cual una entidad, usualmente un banco, otorga una suma de dinero a un solicitante bajo el compromiso de que este último lo devolverá en el futuro, generalmente en cuotas, junto con un interés compensatorio. El interés es un porcentaje que se añade al monto prestado y tiene como objetivo compensar a la entidad financiera por el tiempo que no tuvo disponible el dinero.

Para poder acceder a un crédito, el solicitante debe cumplir con ciertos requisitos que varían según la entidad financiera, pero que generalmente incluyen:

  1. Buen historial crediticio: Las instituciones evalúan los antecedentes comerciales y crediticios del solicitante para determinar su capacidad de pago.
  2. Capacidad de pago: Se requiere que el solicitante tenga ingresos estables y suficientes para hacer frente a la deuda contraída.
  3. Garantías: En algunos casos, se puede exigir una garantía, como una propiedad o un automóvil, para respaldar el crédito solicitado.

Tipos de créditos

Existen distintos tipos de créditos, cada uno adecuado para necesidades y propósitos específicos. A continuación, exploramos los más comunes:

1. Créditos de consumo

Estos créditos son solicitados por individuos que necesitan adquirir bienes o servicios, como electrodomésticos, ropa, viajes, entre otros. Por lo general, se pactan para ser pagados en plazos cortos o medianos, que varían entre 1 y 4 años. Los intereses suelen ser elevados debido al corto plazo de devolución y a que no se requiere ninguna garantía.

2. Créditos comerciales

Este tipo de crédito está destinado a empresas de diferentes tamaños y sectores. Son utilizados para cubrir necesidades de capital de trabajo, financiar la adquisición de bienes, el pago de servicios operativos o la refinanciación de deudas con otras instituciones o proveedores. Al igual que los créditos de consumo, suelen ser pactados a corto o mediano plazo.

3. Créditos hipotecarios

Los créditos hipotecarios son aquellos otorgados para la compra de una vivienda, un terreno o bien raíz. Estos créditos están respaldados por la propiedad adquirida, la cual actúa como garantía para la entidad financiera. Se suelen pactar a mediano o largo plazo, generalmente de 8 a 40 años, siendo los plazos más comunes de 20 años. Las cuotas se ajustan con base en la inflación o se expresan en unidades de fomento (UF).

4. Tarjeta de crédito

La tarjeta de crédito es una de las formas más populares de crédito, ya que funciona como un medio de pago que se otorga por única vez. El solicitante tiene un límite de crédito que puede utilizar según sus necesidades, y se compromete a pagar el monto total o realizar pagos mensuales. Si el saldo no se paga completamente en cada ciclo de facturación, los intereses sobre el saldo restante continúan aumentando la deuda.

5. Línea de crédito

Una línea de crédito es una modalidad de crédito permanente que se otorga a los titulares de una cuenta corriente. En caso de que no haya fondos suficientes en la cuenta, se puede recurrir a la línea de crédito para cubrir el déficit. Este crédito debe ser utilizado dentro de los plazos estipulados y, en general, tiene un costo de interés mensual.

Clasificación de los créditos

A la hora de elegir el tipo de crédito más adecuado, es fundamental conocer los factores clave que determinarán el mejor producto financiero según las necesidades del solicitante. Algunos de estos factores incluyen el plazo de pago, el tipo de bien que se desea adquirir y las condiciones de los intereses. A continuación, se presentan algunas formas comunes de clasificar los créditos.

Por su plazo

  • Corto plazo: Los créditos a corto plazo se usan para cubrir necesidades temporales y urgentes. Los ejemplos más comunes son las tarjetas de crédito y los microcréditos. Estos préstamos suelen ser saldados en un año o menos.
  • Mediano plazo: Los créditos a mediano plazo tienen plazos de devolución entre 1 y 5 años. Son usados, por ejemplo, para la compra de vehículos o la renovación de viviendas.
  • Largo plazo: Los créditos a largo plazo son adecuados para inversiones más grandes, como la compra de una vivienda o la construcción de un inmueble. Tienen plazos que oscilan entre 5 y 40 años.

Por la garantía que los respalda

Los créditos pueden clasificarse según la necesidad de una garantía para respaldar el préstamo. Dependiendo de la modalidad, las condiciones del crédito pueden variar:

  • Créditos quirografarios: Son aquellos que no requieren una garantía específica. En estos casos, el banco confía en el historial crediticio y la solvencia del solicitante. Son más costosos debido al riesgo que representa para la entidad financiera.
  • Créditos prendarios: Estos créditos se otorgan dejando un bien como garantía, como un automóvil o algún otro tipo de propiedad. La cantidad que se presta no suele exceder el 50 % del valor de la prenda.

Por el tipo de tasa de interés que cobran

La tasa de interés es un elemento fundamental para determinar el costo total del crédito. Existen diferentes tipos de tasas, que influyen directamente en la cantidad que se pagará por el crédito:

  • Tasa nominal fija: La tasa de interés es constante durante toda la vigencia del crédito. Esta modalidad proporciona certeza en los pagos mensuales, pero no permite beneficiarse de una disminución de las tasas del mercado.
  • Tasa variable: La tasa de interés varía mes a mes en función de las tasas de referencia del mercado. Si las tasas de interés suben, el costo del crédito aumenta, pero si bajan, el prestatario puede pagar menos intereses.
  • Tasa tope: Similar a la tasa variable, pero con un límite máximo establecido. Si las tasas del mercado superan este límite, el prestatario pagará solo la tasa tope acordada.
  • Tasa global: En este caso, la tasa de interés se aplica desde el inicio al monto total del crédito. Los pagos se fijan, dividiendo el monto total, incluyendo intereses, por el número de cuotas.
  • Sin intereses: Algunos créditos ofrecen financiamiento “sin intereses”, pero en realidad, el costo está incluido en el precio del bien o servicio adquirido. Esta modalidad es común en compras de bienes de consumo.

Diferencia entre un préstamo y un crédito

A pesar de que las palabras “préstamo” y “crédito” se usan de forma intercambiable, existen diferencias clave entre ambos:

  • Préstamo: En un préstamo, la entidad financiera otorga una cantidad de dinero fija de una sola vez. El prestatario se compromete a devolver la totalidad de la suma más los intereses dentro de un plazo determinado. En algunos casos, es necesario ofrecer una garantía, como un inmueble o automóvil, como respaldo.
  • Crédito: En el caso de un crédito, el banco otorga una línea de crédito que el prestatario puede usar según sus necesidades. El monto total del crédito no es necesario que se utilice en su totalidad y se puede retirar solo lo necesario, pagando intereses únicamente sobre el monto utilizado.

Elegir el tipo de crédito adecuado es una decisión que debe tomarse con cuidado, teniendo en cuenta las necesidades financieras, los plazos, las tasas de interés y la capacidad de pago. Un crédito bien gestionado puede ser una herramienta poderosa para alcanzar metas personales o empresariales, mientras que un mal manejo puede llevar a una situación de sobreendeudamiento.

Antes de solicitar un crédito, es fundamental investigar y comparar las diversas opciones disponibles en el mercado, asegurándose de que el tipo de crédito elegido sea el más adecuado para la situación y los objetivos personales.